- Los obispos españoles peregrinaron a Compostela como culminación de los trabajos de la 118ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal
El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, dio este viernes la bienvenida a los obispos integrantes de la Conferencia Episcopal Española (CEE), que llegaron en peregrinación a Compostela, con ocasión del Año Jubilar Compostelano, culminando así los trabajos de la 118ª Asamblea Plenaria de la CEE. Un total de 63 obispos españoles, dos administradores diocesanos y dos vicesecretarios de la CEE, acompañados del nuncio apostólico en España, monseñor Bernardito Auza, participaron en la celebración eucarística que presidió el arzobispo en la Catedral compostelana.
En el acto protocolario de bienvenida, celebrado en el Monasterio de San Martín Pinario, sede del Seminario Mayor diocesano, estuvo presente el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, así como el alcalde de la ciudad, Xosé Sánchez Bugalllo. En sus palabras de bienvenida, monseñor Barrio resaltó el carácter de Compostela como sede del sepulcro apostólico de Santiago, recordó los orígenes de la Catedral y su vinculación con las raíces de Europa.
Tras acabar este acto protocolario, los obispos españoles se dirigieron a la Catedral, para entrar por la Puerta Santa, puerta de la perdonanza y de la misericordia, realizando previamente una “foto de familia” en las escalinatas de la plaza de la Quintana. En la basílica visitaron la cripta donde veneraron el sepulcro del Apóstol.
Tras la lectura del Evangelio, el presidente de la CEE, cardenal Juan José Omella, ha hecho la ofrenda al Apóstol en nombre de la CEE: “Como peregrinos llegamos ante ti, para pedir tu protección sobre todos los proyectos de nuestras Iglesias locales, así como tu presencia alentadora en los gozos y sufrimientos de nuestro pueblo y de todas nuestras comunidades a las que servimos como pastores. De manera especial te presentamos la preocupación y el dolor de los habitantes de La Palma, que llevan ya más de dos meses bajo la erupción del volcán. A ellos deseamos llegue, no solo la oración, tan necesaria, sino también la solidaridad de todos los pueblos de España”, indicó.
Por su parte, en su homilía monseñor Barrio indicó que “el Año Santo es tiempo favorable para curar las heridas, para no cansarnos de buscar a cuantos esperan ver y tocar con la mano los signos de la cercanía de Dios, para ofrecer a todos, el camino del perdón y de la reconciliación” y “para cultivar la memoria penitencial, reconociendo con humildad lo que hemos podido hacer mal y lo que tal vez podíamos haberlo hecho mejor. Es necesario asumir el pasado para liberar el futuro de las propias insatisfacciones, confusiones o proyecciones”, dijo.
Don Julián había comenzado su homilía con unas palabras de acogida y gratitud: “¡Mi gratitud a vosotros, queridos hermanos, por este signo de comunión fraterna que tanto motiva a esta Iglesia compostelana! ¡Bienvenidos a la Casa del Apóstol Santiago! La Archidiócesis os acoge en la bondad de su hospitalidad como los discípulos de Emaús acogieron a Jesús después de haberles acompañado en el camino”, sin olvidar la presencia del nuncio, monseñor Bernardito Auza, a quien agradeció “por habernos querido acompañar en esta peregrinación de la Conferencia Episcopal de la Iglesia que peregrina en España, con nuestro afecto filial al Sucesor de Pedro”.
“Llegáis”, añadió monseñor Barrio, “como peregrinos de la esperanza en una civilización occidental con el alma mermada, donde ya surgen no pocas voces de pensadores fuera del cristianismo, que afirman que necesitamos a Cristo. Ciertamente sólo Él da la esperanza para que la vida no se vea reducida a la insignificancia, dando testimonio del Evangelio de la gracia de Dios”. Para indicar que “solamente la fuerza espiritual de la verdad de Cristo puede vencer la debilidad mental y moral que padecemos y ayudarnos a recuperar la confianza para no ser triviales en el discernimiento. Con esta confianza no nos recluiremos para tratar de defendernos de la realidad que nos rodea, sabiendo que la Iglesia no debe alejarse del camino de Cristo ni por el temor ni por el halago”.
El arzobispo finalizó diciendo: “Pedimos que sea fortalecida la Iglesia, manteniéndose fiel a Cristo hasta el final de los tiempos y que la convivencia en España sea dialogante, fraterna y comprensiva, sabiendo que lo propio de cada uno ha de favorecer el bien común para los demás”.