- Monseñor Barrio presidió la celebración eucarística a la que asistieron un centenar de sacerdotes diocesanos
- “Me alegra poder encontrarme con vosotros queridos hermanos sacerdotes, al comienzo de este Año Santo Compostelano, en la Iglesia madre de la Diócesis, bellamente restaurada”, les dijo
Meses después de no haber podido celebrar con su Presbiterio la solemne Misa Crismal ni la tradicional Eucaristía en la fiesta de San Juan de Ávila, este lunes el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, se reunió con los sacerdotes diocesanos en el primer acto jubilar público del recién inaugurado Año Santo Jacobeo. Cumpliendo con las medidas de aforo en la basílica compostelana, los sacerdotes salieron en procesión desde el Arzobispado, atravesaron la Plaza de la Quintana y entraron por la Puerta Santa para concelebrar con su arzobispo la Santa Misa. “Me alegra poder encontrarme con vosotros queridos hermanos sacerdotes, al comienzo de este Año Santo Compostelano, en la Iglesia madre de la Diócesis, bellamente restaurada. En este Jubileo damos gracias a Dios, recordando las palabras de Jesús: “Soy yo quien os ha elegido”, viendo la gran desproporción entre el don que hemos recibido y nuestra fragilidad. El Año Santo es tiempo de gracia y de conversión para avanzar en la espiritualidad sacerdotal por medio de la caridad pastoral con la esperanza de ser como el Apóstol Santiago, amigos y testigos del Señor”, les dijo el arzobispo.
A pesar del intenso frío y de las condiciones generadas por la crisis sanitaria, cerca de un centenar de sacerdotes diocesanos ganó el jubileo, en la primera de las citas emblemáticas de este Año Santo. En una solemne ceremonia celebrada en la Catedral, el arzobispo de Santiago comentó a su presbiterio que “o ministerio sacerdotal é a nosa forza. Actuamos en nome de Cristo para promover o encontro do home con Deus. Ao sacerdote confióuselle a misión de anunciar ao Deus revelado en Cristo e de santificar que é poñer en contacto con Deus. Isto realízao anunciando a palabra de Deus e administrando os sacramentos. Temos de dar os tesouros da graza que Deus puxo nas nosas mans, e dos cales non somos donos, senón custodios e administradores”.
El prelado compostelano indicó además que “precisamente porque a falta de sacerdotes é certamente a tristura de cada Igrexa, a pastoral vocacional esixe ser acollida, sobre todo hoxe, con novo vigoroso e máis decidido compromiso por parte de todos nos, coa conciencia de que non é un elemento secundario ou accesorio, nin un aspecto illado ou sectorial, coma se fose algo só parcial, aínda que importante, da pastoral global da Igrexa[1]”.
Monseñor Barrio invitó a todos a reavivar el “carisma que Deus puxo en nós. Deixemos que o Espírito de Deus sopre as brasas da caridade pastoral para que as cinzas das nosas pasividades, fatigas e mágoas non apaguen a paixón pola Igrexa, polo anuncio do Evanxeo de Cristo, e polo compromiso de construí-la comunidade eclesial. A vixilancia e a fidelidade axudarán a superar o risco da neglixencia que nos adormece e nos acomoda ós criterios deste mundo. Non esquezamos que hai moitas persoas que nos sosteñen, oran e interceden por nós”.
[1] Cf. XOÁN PAULO II, Pastores dabo vobis, nº 34.